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EL Deseo
Posted:Jan 1, 2016 6:26 am
Last Updated:May 14, 2024 10:13 am
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El deseo
¿Qué es el deseo? ¿Una pulsión que nos inclina irremediablemente hacia un objetivo irracional, o quizá una necesidad interna elegida deliberadamente negociación racional mediante? Para algunos, el deseo es la causa del sufrimiento mismo y su aniquilación, el secreto de la felicidad. Para otros, el deseo da sentido a la vida y es móvil de inspiración y productividad. Efectivamente, las apreciaciones varían sutilmente a veces y terminantemente otras tantas. Recorreremos brevemente estas diferentes ideas, siguiendo entre otras fuentes, el diccionario de filosofía de José Ferrater Mora, las diferentes posiciones filosóficas relativas al concepto de deseo.

El deseo en el mundo antiguo
Si nos remontamos a Aristóteles, el deseo es uno de los componentes del apetito y no sería necesariamente irracional, sino que por el contrario, podría ser un acto premeditado, que tiene como objeto algo sobre lo que se ha de decidir. En este sentido, aquello que es llamado “elección” o “preferencia” sería un “deseo deliberado”.

Pero Platón, hace un análisis muy diferente: en primer lugar, plantea un contraste entre deseo y razón, aunque en rigor, admite la existencia de diferentes tipos de deseos, los necesarios y los innecesarios e incluso considera la posibilidad de que el deseo pertenezca exclusivamente a la naturaleza del alma. Así, es frecuente en la filosofía de la antigüedad, considerar al deseo como una pasión del alma. En efecto, cuando se acentuaba el carácter racional del alma, esto podía considerarse como un obstáculo para el predominio de la razón, aunque de todas formas, el término “pasión” no debería necesariamente entenderse en aquel contexto de modo exclusivamente despectivo (por ejemplo, Zenón de Citio hablaba del deseo como de una de las cuatro “pasiones” -las otras tres eran el temor, el dolor y el placer-)

El deseo en tiempos medievales
Para Tomás de Aquino, el deseo no es tan solo un apetito sensitivo. Para este filósofo medieval, el deseo puede ser sensible o racional y expresa la aspiración por algo que no se posee. Sin embargo, Tomás diferenciará entre el deseo y el amor o delectación. En efecto, el deseo puede ser bueno o malo, pero esto dependerá del objeto hacia el cuál éste se enfoca.

El deseo en la modernidad
Ya en tiempos modernos, el deseo suele aparecer bajo el concepto de “pasión del alma” y en un sentido bastante amplio aparece el interés psicológico por el término. Descartes lo verá como una agitación del alma causada por los espíritus que la disponen a querer para el porvenir de las cosas que se representa como convenientes para ella. Y del mismo modo, para Locke, el deseo es la ansiedad que surge acomo consecuencia de la ausencia de algo cuyo goce presente comprende la idea de deleite. Para Spinoza, el deseo es simplemente el apetito acompañado por la conciencia de sí mismo.

Luego, según Hegel, la conciencia de sí mismo es el estado de deseo en general, porque la condición de deseo y de trabajo o esfuerzo aparece en el proceso en que la conciencia vuelve a sí misma en el curso de sus transformaciones como conciencia infeliz.

Pero para Sartre el deseo no es pura subjetividad aunque tampoco pura apetencia. En efecto, la intencionalidad del deseo no se agota en el “hacia algo” sino que simultáneamente es algo para sí mismo y para el otro deseado. En este sentido general y especialmente en el caso del deseo sexual, para Sarte, el deseo tiene un ideal imposible porque aspira a poseer la trascendencia del otro como pura trascendencia y como cuerpo aspirando reducir al otro a su “simple facticidad” y a la vez, pretende que esa felicidad sea una perpetua representación de su trascendencia anonadora.

El deseo como pulsión de vida
Desde el punto de vista psicoanalítico, el deseo podría interpretarse como la pulsión de vida (Eros), la cual tiende a la creatvidad. Esta fuerza inspiradora se contrapone con la pulsión de muerte. En este sentido, existe una suerte de equilibrio entre ambas pulsiones. La angustia de muerte podría originarse en el temor de no poder satisfascer el deseo, lo cual nos define como sujetos finitos. Y esta finitud se manifiesta en una pulsión interna autodestructiva cuyas vicisitudes dependen del otro par pulsional.

El deseo en la filosofía oriental
En el contexto del budismo, el deseo es considerado la causa de todo sufrimiento. De hecho, las cuatro verdades nobles definen a la vida como sufrimiento (Dukkha) y al deseo como la causa de esta realidad (Samudaya). Lo que sigue es que para eliminar el sufrimiento es necesario eliminar el deseo (Nirodha) lo cual abre las puertas de la iluminación para quien estuviera dispuesto a seguir un camino espiritual (Magga). Esta mirada negativa del deseo se contrapone con la perspectiva positiva que sobrevuela de un modo u otro a las diferentes concepciones occidentales. Mientras que para occidente, aun con particulares matices, el deseo aparece siempre como un motor movilizador, para el budismo, el deseo simplemente paraliza e impide el progreso espiritual.
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La palabra placer
Posted:Sep 4, 2015 8:56 pm
Last Updated:May 14, 2024 10:13 am
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La palabra placer
Gonzalo Rojas

La palabra placer, cómo corría larga y libre por tu cuerpo la palabra placer
cayendo del destello de tu nuca, fluyendo
blanquísima por lo vertiginoso oloroso de
tu espalda hasta lo nupcial de unas caderas
de cuyo arco pende el Mundo, cómo lo
músico vino a ser marmóreo en la
esplendidez de tus piernas si antes hubo
dos piernas amorosas así considerando
claro el encantamiento de los tobillos que
goznes que aire que
partícipes de los pies de Isadora
Duncan la que bailó en la playa abierta para Serguei
Iesénin, cómo
eras eso y más para mí, la
danza, la contradanza, el gozo
de olerte ahí tendida recostada en tu ámbar contra
el espejo súbito de la Especie cuando te vi
de golpe, ¡con lo lascivo
de mis dedos te vi!, la
arruga errónea, por decirlo, trizada en
lo simultáneo de la serpiente palpándote
áspera del otro lado otra
pero tú misma en la inmediatez de la sábana, anfibia
ahora, vieja
vejez de los párpados abajo, pescado
sin océano ni
nada que nadar, contradicción
siamesa de la figura
de las hermosas desde el
paraíso, sin
nariz entonces rectilínea ni pétalo
por rostro, pordioseros los pezones, más
y más pedregosas las rodillas, las costillas:
-¿Y el parto, Amor,
el tisú epitelial del parto?

De él somos, del
mísero dos partido
en dos somos, del
báratro, corrupción
y lozanía y
clítoris y éxtasis, ángeles
y muslos convulsos: todavía
anda suelto todo, ¿qué
nos iban a enfriar por eso los tigres
desbocados de anoche? Placer
y más placer. Olfato, lo
primero el olfato de la hermosura, alta
y esbelta rosa de sangre a cuya vertiente vine, no
importa el aceite de la locura:
-Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma.

De Del relámpago, 1984
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ESTO SOMOS?
Posted:Jul 13, 2011 6:15 am
Last Updated:May 14, 2024 10:13 am
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Hipersexualidad es la necesidad incontrolable por el sexo de todo tipo ya sea anal, oral, vaginal y su motivación lúdica está fijada con las relaciones sexuales con otras personas hasta masturbación o un ávido consumo de pornografía personas catalogadas como hiperactivos sexuales o adictos al sexo.
La hipersexualidad se caracteriza por una frecuente estimulación visual que hace que el individuo exacerbe su natural sexualidad hasta la adicción. Esto provoca que se autoestimule genitalmente y una vez alcanzado el punto de orgasmia, puede no resultar en la satisfacción emocional (o sexual) a largo plazo del individuo; o bien escale en mayores grados de placer. La hipersexualidad se manifiesta en individuos reprimidos sexualmente en su infancia o adolescencia; y en los de mayor edad, el sentimiento de perder el vigor sexual (especialmente en hombres) y desear mantener la libido excitado sexualmente consumiendo pornografía.
En ocasiones, la hipersexualidad va acompañada de sentimientos de malestar y culpa. Se piensa que esta insatisfacción es la que alienta la elevada frecuencia de estimulación sexual, así como síntomas psicológicos y neurológicos adicionales.[cita requerida] Otra manera en que se manifiesta la hipersexualidad es cuando ocurre la ruptura con la pareja en que la relación ha sido predominantemente sexual, el o la afectado(a) o abandonado(a) busca a la pareja insconcientemente en otras parejas sexuales y de este modo se produce la adicción al sexo.
Los hipersexuales pueden tener problemas laborales, familiares, económicos y sociales. Su deseo sexual les obliga a acudir frecuentemente a prostíbulos, comprar artículos pornográficos, buscar páginas sexuales en Internet, realizar con frecuencia llamadas a líneas eróticas, buscar el contacto sexual mediante citas a ciegas, entregarse al sexo ocasional con desconocidos, etc., haciendo que su vida gire en torno al sexo.
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Sumision quimica
Posted:Jul 13, 2011 6:13 am
Last Updated:May 14, 2024 10:13 am
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Cuando oíamos hablar de las víctima de violación y vejaciones aprovechándose del estado alterado de conciencia —producido por sustancias que se ponen en la bebida—, nos parecía un tema lejano y poco probable; una exageración de madres y padres obsesionados con preservar la virtud de sus hijas. Ahora que tenemos datos de primera mano, vemos que la realidad supera la ficción y la posibilidad de sufrir una agresión de ese tipo es una realidad hasta el punto de que estudios en distintos países indican que hasta un 17% de las agresiones sexuales podrían responder a una sumisión química o provocada por la exposición involuntaria de la víctima a una sustancia psicoactiva.

Curiosamente, en poco tiempo hemos tenido conocimiento de hechos similares en lugares tan dispares como nuestra consulta de Valencia y Argel donde el jefe de la CIA en Argelia ha sido denunciado por una mujer que contó que después de tomar un Martini —preparado por el agente— se sintió enferma y perdió la consciencia. Cuando la recuperó, el tipo estaba manteniendo relaciones sexuales con ella y la mujer no pudo hacer nada porque tenía su cuerpo paralizado. No recuerda cómo salió de la residencia del espía. Cuando fue a denunciar el caso, se encontró con que ella no era la primera víctima.

Esa es la versión que hemos escuchado sobre el caso de Andrew Warren, el espía violador. Que se parece sorprendentemente a la de una paciente nuestra que nos cuenta:

"Después de beber el agua —que le ofrece el violador— era como si me estuviera quedando dormida de una manera brutal. A partir de ese momento, no recuerdo cómo llegué hasta el coche, abrí los ojos y lo vi encima mío, sin camiseta, me desperté dos o tres veces mientras que esta persona estaba encima 'en pleno acto'. Yo me quería levantar, pero no podía hacer nada porque me pesaba mucho el cuerpo y perdía el conocimiento, pero me encontraba muy mal y sentía mucha angustia porque notaba que me estaban haciendo cosas que yo no quería. No tengo ni idea de cómo llegué desde donde estaba hasta el descampado en el que me encontraron"

Como podemos ver, las similitudes asombrosas y está claro que la sumisión química (y sexual) no es cuento. No se trata de un fenómeno novedoso. Históricamente, se ha recurrido a sustancias tales como el alcohol con el fin de minar la resistencia física y psíquica de la víctima. Con el mismo fin se han venido utilizando opioides y diversos tipos de sustancias alucinógenas. Recientemente se habla en nuestro medio de la burundanga, de origen afrocubano y cuyo nombre significa bebedizo. Esta denominación se emplea de manera genérica para las sustancias que tienen propiedades hipnóticas que permiten controlar a las víctimas. Su uso delictivo se extiende a casos de robos y secuestros. La sustancia más extendida es la escopolamina, un alcaloide que se extrae de la 'datura arborea', un árbol bastante frecuente en nuestros jardines, que tiene unas grandes flores en forma de trompeta. Mucho cuidadito con intentar hacer experimentos, la escopolamina es una sustancia tóxica muy potente que puede llegar a producir la muerte. Se dice que los nazis y la CIA experimentaron con esta droga. La escopolamina produce un estado de pasividad completa y, como hemos podido ver en los testimonios, no provoca amnesia.

Las consecuencias para las víctimas psicológicamente muy graves. Nuestra paciente lo está pasando muy mal. Se debe tener en cuenta que en este tipo de agresiones, además de la coerción del agresor, está patente la sensación física de indefensión; y esto agudiza la idea de pérdida de control, incrementando la sensación de angustia. Esta chica tiene miedo de salir sola a la calle, preocupación y recelo ante la reacción de posibles abusadores. Sentimientos de desconfianza hacia las personas en general, y comenta que no va volver a fiarse de nadie. Tiene problemas en sus relaciones íntimas, llegando a rechazar los besos y caricias de la persona con la que estaba saliendo, debido a la aparición de pensamientos intrusivos con escenas de la agresión. Tiene también problemas de sueño y pesadillas, se muestra hipervigilante, nerviosa y con pensamientos recurrentes sobre el suceso traumático vivido. Además, alberga sentimientos de culpa, piensa que es muy confiada y esto hace que se sienta responsable de los abusos sufridos.
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Cuidado con lo que deseas
Posted:Jun 5, 2011 10:43 am
Last Updated:Jul 13, 2011 6:10 am
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Hay que tener cuidado con lo que se desea, no sea que se consiga. Esto, nos decía una moja del colegio, que nada tenía que ver con el resto de monjas, la hermana Valle, nunca la olvidaré y esto viene a cuento de que a mis diecisiete años cuando hacia el amor con mi novio Jesús, fantaseaba para mi que me trataba como si fuese una puta degenerada.
En ocasiones para poder culminar mi orgasmo tenía que cerrar los ojos e imaginar que un hombre ya mayor, vestido de cuero, con barriga y detestable, me agarraba de los pelos y me obligaba a mamarsela hasta que se corría y me atragantaba con su semen. Llegó un momento en que el sexo que tenía con Jesús se convirtió en una sosería que era imposible de soportar. El pobre, que me quería de verdad, se desesperaba.

- Pero ¿qué te falta?, ¿qué echas de menos, amor mío?.

Después de varias veces intentando averiguar que me sucedía, decidí que no era legal seguir mintiéndole y que debería ser leal con él y decirle la verdad. Sabía que le dolería pero mas le iba a doler cuando se enterase de la mentira.

- Jesús, el sexo contigo no me satisface, le falta..., chispa, es..., aburrido, insulso.

- Yo te hago el amor con toda la delicadeza de la que soy capaz..., intento ser un amante perfecto, lo que tu te mereces que eres mi princesa.

- Ese es el asunto..., demasiada delicadeza, le falta algo de reciedumbre. ¿Sabes?, en mis fantasías me veo siendo poseída violentamente por hombres sucios y groseros y eso me excita. Me penetran sin piedad por delante por detrás y luego por mi boca, me atan y me castigan y no cesan de follarme hasta que caigo desfallecida. Ese sexo es el que me atrae. Comprendo que lo que tu me proporcionas es lo correcto pero a mi no me basta.

Puso cara de inenarrable sorpresa, enrojeció, no se si de vergüenza o irritación, abrió la boca intentando articular palabra sin poder decir nada. Finalmente encogió lo hombros adoptó habito de resignación mirándome de forma conmiserativa y me contesto.

- ¿De manera que eso es lo que quieres?. Deberías habérmelo dicho antes. Siempre desee penetrarte por detrás, pero el respeto que te tenía me impedía proponértelo, imaginaba que me despedirías escandalizada. De igual manera me excitaba aún mas penetrarte al tiempo que otro lo hacia por el culo y otro te poseía la boca.

- Eso que estás diciendo me está mojando. Y en quien habías pensado para acompañarte...

- Espera, espera. ¿Estás hablando en serio..., serio del todo?. Me quieres convencer que no te importaría ahora mismo...

- Pues claro, Jesús. Me harías la mujer mas feliz, colmarías todas mis aspiraciones. Bueno, ¿en quien estás pensando?.

Jesús hizo un par de llamadas y sin mas espera me metió la mano por debajo de la minifalda y de un tirón me arrancó el tanga. Eso me excito aún mas y di un gemido de placer.

- ¿Esto es lo que te va, no, durillo?. Pues duro va a ser. Nos están esperando ya. Aparte de mi habrá otras cuatro personas.

Cuando pensé que cinco hombres me iban a tener a su disposición me maree de excitación. Que inocencia la mía. Luego me enteré que los hombres tienen siempre un lésbico en sus fantaseos sexuales. Durante todo el camino en el coche hasta nuestro destino Jesús no cesó de pellizcarme el clítoris y los pezones. En un semáforo, se abrió la bragueta y cogiéndome la cabeza con fuerza me obligó a mamarle. No hubiera hecho falta esa demostración de fuerza, porque yo después de tanto castigo a mi clítoris me estaba corriendo de gusto y deseaba metérla en mi boca y chupárle hasta dejarle seco.

Finalmente llegamos a una urbanización de las afueras de la ciudad, de esas que tiene todas las casitas iguales con su jardín, su sótano y su bohardilla que les daba el falso aspecto de villa de calidad. Al llegar a la verja, tocó la bocina y salió una chica a abrir la puerta. Le dijo a Jesús que metiera el coche en el garáge, para que no se viese.

Por una puerta lateral entramos a la casa y de allí Jesús me condujo al salón. La chica que nos abrió la verja estaba ya de pie junto a la chimenea con el resto de habitantes de la casa, fumando, observándome con insistencia. Sentados en un sofá un hombre entrado en años, otro de mediana edad y uno joven, de la edad de Jesús mas o menos.

- Os presento al puton de mi novia, se llama Verónica. No sabe que es el sexo y quiere aprender.

Con lo caliente que yo estaba después del viaje, el oír que el muy educado Jesús me tildase de putón me hizo estremecer de gusto. La verdad es que las secreciones me corrían por los muslos y me provocaban aún mas excitación al sentirlos resbalosos deslizarse el uno contra el otro.

Me presentó primero al mas mayor, se llamaba Marcelo. Se levantó del sofá, con bastante agilidad y se acercó a mi. Sin mediar palabra me saco un pecho de la blusa y me pellizco el pezón al tiempo que se mostraba encantado con una amplia sonrisa en los labios. Al intentar huir de la presa el hizo mas fuerza aún y la acompaño de un cachete en el culo con la otra mano al tiempo que deshacía su sonrisa de la cara y severo me avisaba que había que ser obediente y aguantar. Después de Marcelo, que me impresionó voluptuosamente me presentó al de mediana edad. Era su tío Marcos. Marcelo era su íntimo amigo de francachelas. Me acerqué a darle un beso y por toda respuesta me hizo arrodillarme y con destreza se saco la verga y me la metió en la boca. Estuve así mamandole a la vista de todos hasta que le pareció bien. Cuando se cansó me apartó sin miramientos dirigiéndose a su sobrino.

- ¡A ver si enseñas a esta guarra a mamarla, lo hace fatal!. ¿No será tortillera?.

A estas alturas, y aún no habíamos empezado, yo temblaba, no sabía si de excitación o de miedo, aunque me tranquilizaba el hecho de que estuviese Jesús allí que jamás consentiría que se me hiciese daño.

Seguidamente me presentaron al mas joven, Ricardo. Era guapísimo y tenía los ojos pintados, o eso creí yo. Al presentarnos antes de hacer cualquier otra cosa se dirigió a Jesús.

- No llevará ropa interior, eso sería imperdonable, no la llevamos ninguno.

Jesús negó con la cabeza y con habilidad y delicadeza, Ricardo, me acerco a él tocándome el sexo con suavidad. Comprobó que estaba muy mojada y me metió los dedos de golpe lo que me hizo gemir de gusto. De repente sacó uno de ellos y encontrando mi agujerito posterior lo metió sin contemplaciones al tiempo que hurgaba bien dentro de la vagina. Fue un placer raro, mezclado con incomodidad teñida de placer. Estuvo así un rato hasta que sacó todos los dedos y anunció a todos:

- Valdrá, haremos carrera de esta zorrita.

Cuando acabó, Marcos les dijo a todos que al sótano a jugar. Me quedé mirando a Jesús extrañada y con descaró y echando redaños, como si no estuviese asustada por lo que ni en las noches mas calenturientas hubiera imaginado que me iba a suceder le dije a Jesús en alta voz:

- ¿No me dijiste que eran otros cuatro, además de tu mismo, falta uno?.

Me contesto con una fina y cínica sonrisa, Marcos, que parecía que llevaba la voz cantante.

- ¿Es que no has reconocido a Sonia?, ella te abrió la puerta. Sonia, saluda a nuestra invitada.

La mujer se me acercó y por el camino apagó el cigarrillo en un cenicero. Llegó a mi altura y antes de que pudiera darme cuenta tenía su lengua dentro de mi boca al tiempo que restregaba su sexo contra el mío. Estaba inmovilizada. Eso no lo habría sospechado nunca. Marcos volviéndose a su sobrino le recriminó en broma.

- ¡Jesús!, ¿no le habías dicho que sin lésbico no hay placer completo para un hombre como dios manda?.

Sonia se apartó de mi satisfecha del efecto que había provocado en mi y siguió a todos escaleras abajo al sótano.

Jesús bajó detrás de mi la escalera del sótano abrazándome por la cintura circunstancia que aprovechó para desabrocharme la minifalda, con lo que como la camisa que llevaba era cortita me encontré desnuda antes de llegar abajo del todo. Me sentí incomoda porque yo era la única que estaba desnuda y no sabía bien como actuar; taparme me parecía fuera de lugar pero sentirme así expuesta no sabía como colocarme. No sabía que enseguida iba a despejar la duda de cual tendría que ser la postura mas adecuada.

Entré en una espaciosa sala que si no ocupaba todo el bajo de la casa le faltaba poco. Tenía una especie de mesa alta con argollas, un bastidor de metal con cadenas que colgaban y un montón de otros instrumentos, algunos que imaginaba para que podrían servir y otros imposible de imaginar cual sería su aplicación. De entre los que si sabía para que servían estaba una sustanciosa colección de dildos de diferentes tamaños, formas y colores. Todos mis acompañantes se colocaron en torno a la mesa y Jesús me dijo que me subiese para que todos pudiéramos verla bien. Me encaramé a la mesa mediante un escabel que al efecto tenían previsto para las que como yo jamás podrían jugar al basket. me quedé encima de la mesa de pie sin saber que hacer mientras todos me observaban sin decir nada. Marcos con gestos me indicaba algo que yo no entendía y cuando se cansó de que no la entendiese me indicó que me acercase al borde de la mesa. Cuando estuve a su alcance me agarró la blusa y de un tirón fuerte me la arrancó. Desnuda ya del todo me ruboricé y me quedé cortada.

Ricardo en ese momento a instancias de Marcelo me acercó hasta la mesa una buena colección de dildos de diferentes tamaños y dejándolos allí esperando que yo los cogiese. Marcelo me habló con urgencia y mando.

- Vamos putilla aficionada, elige uno que que te lo vas a clavar para que veamos hasta donde eres capaz de llegar para excitarnos.

¡Querían que me metiese el consolador!. Yo les iba a enseñar como se excita y hace excitar una hembra con su sexo. Para impresionarlos elegí un consolador largo y grueso que sabía que me entraría bien y me haría gozar a mi de paso.

Empecé a excitarme con el roce del cacharro haciendo movimientos mas y mas lúbricos hasta que la excitación me hizo perder la vergüenza que me quedaba y a base de quejidos y gemidos empecé a introducirme el dildo en la vagína. Cuando mas entusiasmada estaba, Marcos me interrumpió.

- Pero Jesús, ¿qué clase de puta loca nos has traído?. ¡Tu, guarra!, ya sabemos que en el coño te entra de todo, queremos saber lo que te entra por el culo, ten en cuenta que después tendrás que tragarte esto.

Y se saco su miembro en pie, parado con un capullo gordo y sonrosado, brillante y terso que destilaba por la punta abundante esmegma trasparente que colgaba filante hasta el suelo. Jesús me alcanzó un tubo de vaselina echándomela desde donde se encontraba y yendo a caer a mis pies. Me quedé paralizada sin saber que hacer. Había ensoñado repetidas veces que me enculaban pero en realidad nadie me lo había hecho jamás. Para mi desgracia el dildo elegido era enorme para mi ano pero ya no había vuelta atrás, o me desvirgaba el culo yo con todo el cuidado del mundo o lo harían todos aquellos sin moderación alguna. Me agaché y abrí el tubo descargando una porción en mis dedos. Miré a Jesús, mi novio que por señas me dijo que me pusiese bastante mas. Le hice caso y me embadurne metiéndome un dedo para que la vaselina penetrase bien. Luego me metí dos dedos para intentar dilatar y empecé a sentir algo parecido al placer. Entrecerré los ojos para concentrarme y culeaba mientras me metía y sacaba los dedos. Escuché a Ricardo que decía en voz baja: ?Esto es otra cosa, esto va prometiendo?. Eso me animo y seguí con mis contoneos metiéndome y sacándome ya hasta tres dedos que entraban con dificultad mientras que con la otra mano me pellizcaba los pezones con furia lo que me permitía arremeter adentro con mis dedos. Llegó un momento en que sentí necesidad de que me entrase el dildo y me lo apliqué al ojete con decisión. De un primer intento me entró la punta y sentí una punzada, pero me aguanté. Seguí aplicando presión a pesar del dolor y la vaselina hizo el resto. El ano parecía que absorbía el consolador y a medida que entraba sentía que se me llenaba la vagina de una forma diferente y me proporcionaba un placer tan tremendo que me hizo perder la noción de donde me encontraba enloqueciendo por el deseo de que el dildo siguiese entrando y entrando hasta el infinito. Se me olvidó que estaba siendo observada y empecé a sentir un orgasmo interminable. De repente caí sobre la mesa y noté que el dildo se me salía del ano. Me quejé ruidosamente de que se me privase de esa fuente de placer y abrí los ojos. Alcancé a ver a Sonia que me retiraba el consolador y vi a Marcos que se acercaba con uno mas grande. Al verlo acercarse le ofrecí el ano para que me penetrase y grité y grité hasta desfallecer.

- ¡Clávamelo, por favor, clávamelo en el culo!.

Marcos ni se molestó en lubricar el enorme dildo, me lo apuntó y empujó sin contemplaciones. Sentí que estallaba por dentro al tiempo que el clítoris desde dentro me era empujado hacía arriba y afuera haciéndome volver a gozar. Era una mezcla de dolor, presión y placer incalculable. Me quejaba de gozo de forma desvergonzada reclamando mas y mas. Miraba enfebrecida a mi alrededor y solo veía caras sonrientes y llenas de vicio. Alguien que no supe identificar le dijo a Sonia que me pusiese el sexo al alcance de mi boca. Sonia se despojó de su ropa y quedo desnuda del todo. Me volvió boca arriba y mientras Jesús, mi novio me levantaba las piernas y las separaba para que Marcos pudiese violarme por el culo con el consolador y así permitir además que Sonia me cabalgase sobre mi cuello poniéndome su sexo sobre mi boca. Nunca había hecho nada parecido pero me pareció una propuesta magnifica. Chupé, mordisquee y lamí con avidez el chocho de Sonia que gemía de placer y les anunciaba al resto incluido mi novio.

- Esta zorra sabe comerse un coño, tiene arte. ¿Estás seguro, Jesús que no se lo hace con ninguna amiguita?.

No hubo respuesta y yo me sentí halagada de esa apreciación aplicándome con mas fruición aún, haciendo que la mujer alcanzase el orgasmo rápidamente. Pero yo seguía insatisfecha. Deseaba mas, quería sentirme mas llena por todos mis agujeros. Sonia ahíta de placer se había retirado de mi cara. Parecía que había pasado un siglo desde que Sonia desapareció cuando ocupó su lugar Ricardo en mi cuello. Me colocó sus huevos en la boca y se deslizaba adelante y atrás de forma que alternativamente le chupaba las bolsas o el ano en el que metía la lengua con avidez, con tanta que llegó un momento que debí provocar tanto placer en el ano a Ricardo que se detuvo sobre mi boca y se restregaba con fuerza para que le clavase la lengua lo mas profundamente posible. Estaba entusiasmada intentando penetrar en el ano de Ricarlo cuando noté que me reventaban las entrañas. Marcos había sacado el dildo después de trabajarlo exhaustivamente y metía con fuerza su mano en mi ano y al tiempo utilizaba el dildo para penetrar por mi coño. Sentía que me reventaba pero le pedía que me reventase ya, necesitaba que me destrozase. A un orgasmo se sucedía otro y estaba ya agotada de tanto placer cuando de repente todo se detuvo. Marcos se retiro de mi ano y mi vagina, Ricardo descendió de mi cabeza y quedé desfallecida deseando dormir. Estaba a punto de quedar felizmente dormida cuando un dolor punzante en uno de mis pezones me hizo levantarme de subito.

Cual no sería mi sorpresa cuando vi a mi novio, Jesús, perforándome con unos ganchos afilados primero un pezón que fue el que me alertó con su dolor y llevaba en la mano el otro gancho destinado al otro pezón. Intenté defenderme y rápido como el rayo varias manos me inmovilizaron. Jesús me miraba, al parecer encantado de lo que hacia, sonriente y me decía:

- Este tipo de sexo es el mejor, ¿verdad mi amor?. Así, duro, estas las emociones que tu buscabas, pues aquí las tienes. Disfruta, esto no ha hecho mas que empezar.

Me perforó el otro pezón y engancho a cada gancho el extremo de una cadena. El dolor agudo fue aminorándose y sentí que los pezones estimulados por la agresión sangrienta se endurecían y me provocaban mucho placer, algo que ni se hubiese pasado por la cabeza.

Marcelo, desnudo del todo, como todos ya a estas alturas, enarbolando un enorme pene me apartó del centro de la mesa y se tumbo boca arriba con su enorme verga insultantemente enhiesta apuntando al techo. Jesús me ayudo a levantarme y me deposito sobre esa carne dura y amenazante. Me sentí deliciosamente clavada por mi vagina y una punzada me atravesó el cuerpo desde el clítoris hasta el ano. Los pezones estaban al rojo y me dolían y me daban gusto. Yo estaba disfrutando cabalgando sobre esa pija tan grande cuando Marcelo agarró la cadena que conectaba los pezones y de un tirón brutal hizo que abandonase con un grito mi posición erecta y me plegase sobre su pecho. En ese instante sentí que alguien me penetraba el ano sintiéndome plena. Empecé a sentir otro orgasmo, uno mas, brutal, que me hacía casi convulsionar y casi perder el conocimiento. Cuando mas disfrutaba sentí que quien me sodomizaba se salía de mi cuerpo y saltando por encima de mi se colocaba delante y me penetraba la boca hasta la garganta haciendo atragantar. Era Jesús el que se había salido de mi culo e inmediatamente me la metía en la boca. El sabor de su verga no dejaba lugar a dudas de donde había estado, pero mi estado de excitación era tal que deseaba que ese asqueroso sabor fuese aún mas intenso. Estaba mamando encantada de ser sometida a esas vejaciones cuando sentí que me volvían a penetrar el ano y fue ya el acabose. Marcelo al ver mi estado de locura sexual intentó hacerme bajar mi temperatura y me dio otro tirón de la cadena de los pezones, pero el resultado fue el opuesto porque el tremendo dolor que me desgarraba los pechos hizo que el orgasmo se desencadenase de tal manera e intensidad que con un enorme grito, lo último que recuerdo, me desvanecí del todo.

Me desperté en el apartamento de mi novio. El estaba a mi lado y me acariciaba y me besaba por todos lados con una tremenda suavidad. Me susurraba muy tierno que me quería y que quería casarse conmigo. Abrí los ojos y le dije:

- No te puedes ni imaginar lo que he soñado. Uffff, que sueño mas..., mas...tórrido. me da vergüenza hasta contártelo.

- Inténtalo, a lo mejor..., no me asusto.

Hice intención de incorporarme en la cama y al hacerlo un dolor lancinante en los pezones me hizo comprender, y con un grito me derrumbé en la cama otra vez. Jesús me miraba divertido con aire de suficiencia. Dejó pasar un rato para que tomase conciencia de que lo que yo creía un sueño no era mas que una pesadilla absolutamente real.

- ¿Vas a querer repetirlo, o preferirías que siguiéramos como antes?. No me importaría ser un depravado contigo si eso es lo que te gusta, pero, ¿no crees que ese tipo de sexo fantasioso no conduce mas que a una vida marginal?.

No supe que contestar o quizá temía dar la contestación equivocada. Me había dado una lección. Era una niña estúpida y malcriada que creía que estaba muy avanzada en sexo porque era capaz de imaginar cosas y situaciones que en el fondo no creía que pudieran darse y me había dejado meridiano que esas practicas estaban tan cerca y eran tan reales como que él mismo, Jesús, podía organizar una sesión de esas en minutos.

Miré con ojos implorantes a Jesús y le pedí perdón por haber sido tan cabeza loca y tan tonta. Mientras él me abrazaba diciéndome que no me preocupase mas, yo pensaba en que manera de disfrutar mas tremenda. Con Jesús de compañero eso se tendría que repetir, no tendría mas que echarle en cara que era sosote en su sexo para que intentase darme otra lección. Al abrazarme sentía como los pezones me dolían y al tiempo empezaba a destilar lubricación por mi vagina. Ese dolor no lo era tanto, era placer adulto. Se repetiría. Me obligaría a repetirlo, no creía que pudiese pasar mucho tiempo sin ese tipo de sexo. Nunca debí desear vivir una experiencia así. Ahora ya con el veneno en el cuerpo no había salvación ni antidoto posible. Pero no importaba, deseaba repetirlo y lo haría y mas bestia aún, para que el placer lo fuese también así, brutal y salvaje.
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Ines y sus apetitos
Posted:Jun 5, 2011 10:39 am
Last Updated:May 14, 2024 10:13 am
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Pocas veces se podrá hallar una criatura más dulce que Inés. Por cualquier lado que se la mire irradiaba ternura, belleza y sencillez. Con casi 16 años cumplidos, su figura delgada pero muy bien repartida, una altura poco común para su edad y una cabellera negra que le llegaba hasta la cintura la hacían una de las mujeres más hermosas de la comarca. Cuando ella visitaba el pueblo cercano a su casa, cosa que hacía pocas veces al año ya que tenía todo lo que necesitaba en su casa, nadie podía dejar de admirar esa esbelta figura, jovial, sonriente y a la vez excitante tanto para los hombres como para muchas mujeres, Era la hija de un hacendado, el cual había pasado su vida dedicado totalmente a su campo. Su madre se había marchado cuando ella era niña y su padre le había dado todos los gustos que ella quería menos uno; su compañía. Ya de pequeña le contrató una institutriz que se encargó de su educación y cuidado , y eran contadas las veces que padre e hija estaban juntos. No obstante, Inés tuvo cierta felicidad en su niñez, ya que su institutriz, una hermosa mujer quince años mayor, le enseñó todo lo que ella sabía, incluso en los últimos años fue quien la introdujo en los conocimientos del sexo, ya que esta mujer, de tendencias lésbicas, allá por los doce años de Inés, comenzó a acariciarla, a mimarla, a darle cariño y algo más. Inés aceptó de buena gana las atenciones de su institutriz, y en los últimos tres años aprendió a disfrutar de placeres que antes no había imaginado. Nunca conoció otra cosa que las manos y la lengua de esa mujer, pero para ella lo fue todo.

Inés llegó así a los 16 años de edad, rodeada de abundancia y de cuidados, sin que le faltara tampoco la satisfacción sexual, visto desde el punto de vista unico que ella conocía, pero sin haber conocido jamás la palabra familia .

Quiso la desgracia que a esa edad su padre contrajera una dura enfermedad. Bruscamente todo comenzó a cambiar. Los gastos médicos y la menor dedicación a sus negocios hicieron rápidamente mella en las finanzas del establecimiento. Su padre se fue endeudando cada vez más y llegó al punto de estar prácticamente arruinado. Su delicada salud le quitó las fuerzas para seguir al frente del campo. No sin gran dolor de su hija, se vio obligado a despedir a la mujer que había cuidado de su hija por más de diez años. Ines se sintió morir. Quién le proporcionaría entonces esos placeres que su amiga tan delicadamente le había inculcado. Quedó realmente procupada, esperando a ver como se desarrollaban los acontecimientos. Los gastos médicos y los intereses de préstamos que su padre tuvo que abonar, pronto hipotecaron totalmente los bienes. Fue entonces que un día, debilitado por la enfermedad que llevaba hace ya un año, enfermedad que no era terminal pero si degenerativa, su padre se encontró sin dinero, sin fuerzas y lleno de deudas, y quiso la mala fortuna que el principal acreedor del campo fuera el señor Franchon , un hombre grotesco, ordinario a más no poder, pero lleno de dinero, sin escrúpulos y con inclinaciones sexuales bastante obscenas. Le tocó al padre de Inés discutir con esta persona la forma de saldar las deudas, discusión que no tenía muchas vueltas. Casi nada para ofrecer y mucho para pagar lo llevaron a quedar totalmente en manos de ese repugnante ser humano. Fue así que el padre tuvo que firmar todo lo que le presentaron. Entonces el señor Franchon, viendo la situación favorable que se le presentaba, presentó al padre de Inés una solución económica a todos los problemas diciéndole.

"Tu estás viejo, ya no puedes estar al frente de este campo, te cancelo la deuda, te doy una casa en el pueblo y una renta par tu manutención a cambio del campo completo, y cuando digo completo es con todo lo que hay dentro, especialmente a tu hija Inés."

Inicialmente quedó mudo, no supo que contestar. Evaluó la situación y no le veía salida por ningún lado. La otra opción era la cárcel y aún así perder todo. No le costó mucho tomar la decisión. No había un lazo tan profundo con su hija, a la que poco había atendido en su vida, y fue así que aceptó. Ese mismo fin de semana dejaría la hacienda, llevándose sus más importantes pertenencias personales, pero dejando a su única hija en manos de un hombre realmente asqueroso. Pero no tenía opción.

Ese mismo día fue a hablar con Inés, le explicó con pocos detalles los problemas financieros, la perdida de la hacienda, y le dijo que ella no se preocupara, que había negociado su permanencia en la casa, tal vez haciendo algunos servicios para pagar su mantenimiento. Lo cierto es que no fue muy explicito, y ella también lo tomó a la ligera. Seguía dolida por la ida de su amiga y amante, más aún cuando ésta ni siquiera se había despedido de ella, y nada le importaba en demasía, y vaya si había cosas que debería saber, como por ejemplo el hecho de en que condiciones seguiría habitando la casa, como sería su manutención etc. Etc. Pero prefirió esperar a hablar con el nuevo dueño. De un día para el otro se encontraría sin casa, sin familia y teniendo que trabajar para mantenerse. El mundo se le venía encima .Y pronto llegó el momento. Lo que Inés ignoraba era que los acontecimientos se precipitarían en forma vertiginosa, y nada para mejorar su vida.

El señor Franchón ocupó la hacienda ese mismo fin de semana. En una casa cercana a la principal había quedado instalada Inés y dos personas que se encargaban de la jardinería y de la cocina. Llamó de inmediato a Inés, el mismo, a pesar de que era casado y tenía una esposa se moría por tener cerca de tan delicada criatura. Su esposa, una mujer de más de 50 años, de muy mal carácter , conocida en la zona como muy depravada estaba presente en el diálogo. Se hablaba que ésta mujer tenía inclinaciones lésbicas, y que ninguna de sus acompañantes le duraba mucho tiempo. La miraban como a una extraña criatura, como evaluándola, le preguntaron si sabía que ella ya no era más dueña del establecimiento, a lo que contesto que sí. Dijo que si ellos aceptaban se quedaría y pagaría con servicios, al menos por un tiempo, hasta ver que sería de su futuro.

Fue entonces cuando la señora Franchón la cortó en seco, le dijo que se callara, que ella no entendía nada. Un escalofrío invadió a Inés. La entonación de la voz de la señora no le presagiaba nada bueno. "Escucha bien" le dijo, somos dueños de esta casa con todo lo que está adentro, tú inclusive. No tienes derecho a ofrecer nada, eres nuestra, cien por ciento nuestra. Y desde este momento estás a nuestro servicio. En lo que a mi respecta, solo eres una puta. Mírate, te piensas que por tener buen cuerpo todos se mueren por ti, pues verás, te pondremos al nivel de cualquier animal de esta hacienda, porque solo eres eso, un animal. Su esposo, que había permanecido callado le pidió que se acercara. Inés estaba paralizada de terror. No sabía que hacer, pero sin darse cuenta se acerco a ese repugnante hombre, que prácticamente se babeaba por ella. Este la empezó a manosear, Inés intentó retirarse, pero la asió fuertemente de un brazo y la tocó todas las partes de su cuerpo, senos, culo, y la entrepierna. Inés , imposibilitada de escapar, lloraba amargamente, pedía por favor que la dejaran ir, pero este matrimonio solo reía. Entonces la soltaron, Inés quiso salir corriendo pero no sabe por que no lo hizo. El marido le comentó a su esposa.

Tiene mucha ropa, vístela con un saco de arpillera, con dos agujeros para los brazos y uno para la cabeza. Esa será su vestimenta de aquí en más, venderemos sus vestidos, como ya te dije, todo lo que acá adentro hay es nuestro cerda. Inés estaba inmóvil, la señora Franchón le quitó toda la ropa, dejándola completamente desnuda frente a ambos, y ella no atinó a nada. Había algo que no lograba entender. Quería huir despavoridamente de ahí pero algo interno se lo impedía. No sabía bien que, tal vez curiosidad, tal vez esa extraña excitación que sintió con los manoseos del señor Franchón, o tal vez solo miedo, pero no dijo una palabra. Secando sus lágrimas, ahí, desnuda frente a sus nuevos amos, Inés solo atino a decir: "Estoy a vuestras órdenes". Fue entonces que se le otorgó una bolsa de arpillera, a la que se le hicieron tres agujeros para sus extremidades superiores y su cabeza como todo vestido. La bolsa le cubría hasta un poco más abajo del ombligo, con lo que dejaba expuesto todo su pubis y su culo, ese hermoso y rosado culo que el señor Franchón tanto soñó tener. También le fue asignado un espacio en el establo de los animales, de aproximadamente un metro por dos metros, una cama formada de paja y hierbas, un balde con agua para asearse y un comedero en el piso para dejarle la comida y un recipiente para sus necesidades fisiológicas. Acá dormirás , le dijeron, acá comerás y acá harás tus necesidades, ya es mucho para una cerda como tu.

Te levantarás a las seis de la mañana, tu trabajo será alimentar a las bestias y a las ocho de la mañana preparar el desayuno para tus amos, nosotros por supuesto, el que deberás servir cuando se te llame sin atrasos. El resto del día lo utilizarás en las tareas que te asignemos, serás la encargada de la limpieza de la casa, de los baños, de la cocina , alimentarás los cerdos, las vacas , los perros y los caballos, los lavarás todos los días y de noche deberás presentarte nuevamente frente a nosotros, quienes seremos los que te dirán cuando ir a dormir. Deberás prepararnos el baño caliente a ambos, estar a nuestro lado cuanto lo tomemos por si necesitamos cualquier cosa, y todo sin pronunciar más que si amo o si ama. Tu comida serán las sobras del día, en caso de que sobren, sino la compartirás con los cerdos, que por cierto comerán primero, la llevarás a tu lugar de residencia y comerás sola ahí. De ahora en más vivirás para servirnos, serás un animal más de estancia, y en caso de no quedar contentos con tu aplicación, pues serás menos que un animal, ya que irás a vivir con los cerdos. Vete ahora puta desgraciada, vete a limpiar a las bestias, sin abrir la boca, y mas vale que no intentes nada extraño, porque sino te podremos cadenas en pies, manos y cuello, y te será muy difícil caminar así. Vete y vuelve a medio día, te necesitamos debajo de la mesa a la hora de comer. Y riendo el señor Frnchón la despachó con un puntapié en el culo, saboreando ya los placeres que esta muchacha le proporcionaría. Inés salio raudamente, casi desnuda, con una sucia bolsa de arpillera como única ropa, pero algo le llamó la atención. Se tocó la entrepierna y estaba completamente mojada. No sabía por qué. Pronto lo averiguaría.
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La Bacanal
Posted:Dec 17, 2010 12:18 pm
Last Updated:Feb 25, 2011 4:45 am
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Bacanales de alto riesgo
Cuando alguien se encontraba paseando sin rumbo al caer la tarde por las calles de la antigua Roma (o, en los meses de verano, en el centro termal costero de Baiae, en el golfo de Nápoles), podía ser abordado por un esclavo que lo invitaba a un banquete imperial. Se esperaba que todos los romanos ricos fueran fabulosos anfitriones –cuanto más extravagantes fueran sus festines, más poderosos se pensaba que eran – , y los emperadores se veían obligados a ser los más exagerados.

En la mayoría de las veladas, cientos de personas absolutamente extrañas – hombres y mujeres de todas las clases sociales, aunque con cierta tendencia a los bien vestidos y bien parecidos – acababan participando en las veladas que se celebraban en las espléndidas villas de suelos de mármol, donde eran bombardeados con viandas y vino y acompañamiento de música de flauta y bailarinas asiáticas eróticas.
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